Guandacol

Destino inevitable de la Ruta 40, Guandacol ofrece un entorno natural agreste magnífico. Ubicado al oeste de la provincia de La Rioja, y a 40 Km. de la ciudad de Villa Unión, se distingue por las infinitas posibilidades que les ofrece a los visitantes y amantes de la aventura, de hacer diferentes deportes apasionantes como el trekking y las cabalgatas a campo abierto.

Es la localidad más importante del Departamento Gral. Felipe Varela, al Oeste de la provincia de La Rioja. Se encuentra muy cerca del límite con la provincia de San Juan, en el km 3728 de la Ruta Nacional 40, sobre el río La Troya. Por siglos fue un asentamiento indígena de los capayanes.

Guandacol cuenta con las siguientes poblaciones: Santa Clara, que le sigue en población, Establecimiento San Bernardo, Los Sapitos, El Molino, Santa Elena, El Zapallar, La Brea, La Aguadita, Las Cuevas, y estancias como el Letrero, Calderita, Potrerillo, La Ciénaga, Las Tórtolas, Tambillos, Totorita otras.

En cuanto a su historia este amplio valle de Guandacol estuvo poblado antiguamente por indígenas por ello a sus moradores se les llamaba «Indios Guandacol». Las zonas más pobladas eran el sur del actual pueblo de Guandacol donde hoy se le llama «Las Tamberias» también la zona de Santa Clara y el lugar denominado «Los Indios».

Sus pobladores vivían de la caza, eran agricultores se alimentaban con el producto de sus cosechas como así también de la algarroba, el chañar, etc. Su principal ocupación era la alfarería y sus cántaros y vasijas que han llegado a nuestros días son verdaderas piezas de obra de arte sobre todo por la forma de sus objetos, las pinturas indelebles que utilizaban. Al principio del siglo XVII llegaron de Chile las monjas Clarisas al lugar donde actualmente es el pueblo de Santa Clara y cuyo nombre se debe a ese afincamiento. Con la ayuda de los indios las monjitas construyeron algunas habitaciones formando el convento de las monjas Clarisas y cuyas ruinas aún se ven. Allí las monjitas evangelizaron y convirtieron a la religión católica a los indios de la zona conviviendo con ellos en completa paz y armonía. La visita en el año 1607 al Valle de Guandacol de un representante del gobernador de la provincia. Don Gaspar Doncel dio cuenta de la presencia las religiosas y su convento en este alejado pueblo del oeste riojano.

Este histórico pueblo de Guandacol fue lugar de concentración de las tropas del coronel Felipe Varela, en su lucha por el federalismo, y donde también había constituido su hogar con una niña de esta localidad, la ilustre Doña Trinidad del Castillo. Tenemos dos facetas de Varela para analizar y nutrirnos, ya sea el hombre dedicado al hogar y las tareas del campo, tal como lo hizo en nuestra localidad de Guandacol donde vivió gran parte de su vida, tal como nos hace conocer el mismo en sus cartas que envió a parientes y amigos dentro y fuera de la Argentina.

Pero es la última etapa de Varela la más conocida y estudiada por que fue uno de los pocos y últimos idealistas que lucharon en busca de una patria federal. Es aquí en Guandacol donde va germinando el Varela romántico luchador en contra de un orden que era superior a sus fuerzas, anhelos, pero que no obstante ello, se puso al frente de un movimiento, cuyo resultado era previsible, nada se podía hacer para frenar los intentos de los Mitre, Sarmiento, Roca, etc., que de una u otra forma iban a imponer los ideales liberales, que luego serán materializados durante el periodo conocido como «La Generación del 80».Es ese Varela que luchara en la Batalla de Pozo de Vargas, en contra del ejército porteñista, comandado por el gobernador Taboada, de Santiago del Estero, cipayo de los porteños. Es en esta batalla donde se enfrentan dos ideales distintos el de Taboada, representando la opulencia, la prepotencia, el pseudeintelectualismo liberal de los porteños, con un Varela, idealista, el defensor de una causa federalista, aun no terminada, junto a un puñado de hombres, llenos de ganas, de orgullo, pobres, de lanza, poncho, boleadoras y a caballo. Varela murió en exilio, en el vecino país de Chile.

Defendida por siglos, esta localidad en un principio se encontró férreamente cuidada por los viajeros de la puna o Capayanes, que cubrieron los grandes valles dejando hermosas cicatrices que a día de hoy podemos encontrar en diferentes pinturas rupestres, jarrones y otros variados elementos que marcaron la historia y el origen de esta ciudad.
El nombre nuestro departamento, ha echado raíces por Guandacol. Con paredes de adobe grueso, aislante de las inclemencias del tiempo, antiguos techos de paja que el vagar de los años se  ha encargado de borrar, y toda la historia de las andanzas del último defensor del federalismo se pueden sentir, oler y abrazar en una visita a quizás la última morada del «Quijote de los Andes».

 

 

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